El ser humano cuando está contenido y alcanza el grado de liberación a veces pasa a un estadío desmesurado, propio de ese lugar al que quiere llegar después de tanto tiempo de buscarlo. Y cuando esto ocurre, generalmente se pasa por alto la mirada reflexiva, sobria, atenta. El objetivo es pasar ese vallado impuesto a veces sin importar el cómo, estimulado por las palabras que sirven de envión para actuar.
Sin embargo, esas palabras encierran algo más que el propio discurso que se oye. Y es la ocasión en que empieza a tallar la lectura más fina, el detalle, que hace y le da mayor identidad a lo que se ha mencionado. Ocurrió con la mayor flexibilización de las reuniones sociales anunciado por el gobierno. Apenas de conoció de que la medida aumentaba el número de participantes, rápidamente se actuó por instinto y en pocas horas, las exigencias de prevención que se deben adoptar en la pandemia quedaron a un segundo plano y se priorizó el contacto estrecho sin importar el cómo.
Este comportamiento fue uno de los puntos débiles de la nueva normalidad (desde marzo hasta ahora). Si bien, hubo ‘responsabilidad social’ en el plano general, a la hora de dar un paso hacia adelante, el ciudadano común entendió que eran tres, casi como pasando por alto que aún hay riesgo de contagio. Por ello el gobierno, a través del ministro Marcelo Pérez, debió aclarar que sólo eventos culturales y religiosos pueden contar con un máximo de 100 personas, en contraposición a las fiestas de cumpleaños o casamientos. Y a pesar que se remarcó de forma acentuada, es conveniente que los controles están activos, con el agregado de que se transita diciembre y las fiestas de fin de año están próximas.
Hay un reflejo, casi una utopía, de que muchas de las cosas volverán a ser como antes. Pero en ese impulso, la sociedad se olvida que a partir de ahora hay un antes y después. Dentro de los parámetros, la realidad de Misiones es mejor (con buena distancia) que la de otros distritos. ¿Ayuda a ser más flexibles? Es cierto, pero una cosa es avanzar con las reglas y otra saltearlas. No vaya a ser que aparezca un nuevo festejo sobre el río en embarcaciones, como ocurrió hace varias semanas en inmediaciones a un club privado. Porque ahí sí, se estaría en problemas.
Hay buenas expectativas, potenciadas en el último tiempo por el turismo -el rubro que esperaba una caricia-, el anuncio de la vuelta a clases el año próximo y la formalización del pacto fiscal con la Nación. Pero, claro está, todo dentro de esta nueva era. Por ello es importante tener los cinco sentidos más activos que nunca. Y también entender el mensaje detrás del anuncio para no cometer equivocaciones.