A 15 años de la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), referentes en la temática coincidieron en que la norma implicó un “cambio de 180 grados” en el abordaje de la sexualidad en la escuela y que “abrió caminos” hacia a otros hitos del acceso a derechos, como el matrimonio igualitario y la IVE.
“La sanción de la ESI fue el inicio de un camino a construir que recuperaba reclamos de la sociedad civil y experiencias educativas aisladas, para plasmarse en el reconocimiento de un derecho que iba a llevar a la implementación de otros”, dijo Celeste Adamoli, directora de Educación para los derechos Humanos, Género y ESI de la cartera educativa nacional.
Para la funcionaria, la ley marca “un cambio de paradigma” tanto por su condición de integralidad” como porque desde un inicio “entró en diálogo con toda una agenda de derechos”.
Sancionada el 4 de octubre de 2006, la ley 26.150 establece el derecho de todos los y las estudiantes a recibir contenidos de educación sexual integral en las escuelas públicas y privadas del país, desde el nivel inicial hasta la formación técnica no universitaria y el nivel superior docente; entendiendo por integralidad la articulación de “aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”, que deben ser abordados de manera transversal.
Además, crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral cuyos lineamientos son de cumplimiento obligatorio por todas las jurisdicciones a partir de “acciones sistemáticas” diseñadas por cada institución “en el marco del respeto a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”.
La especialista de FUSA, organización dedicada a la promoción de los derechos sexuales y reproductivos de adolescentes y jóvenes, Daniela Giacomazzo, explicó que “toda educación es sexual, pero existen diferentes tradiciones o paradigmas que coexisten en tensión”.
“Por un lado, está el paradigma moralista que se propone atrasar el inicio de las relaciones sexuales, que concibe un solo modelo de familia, promueve la abstención y tiene una visión amenazante de la sexualidad”, dijo.
“Luego está el modelo biomédico basado en la genitalidad que solo habla de las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y los embarazos adolescentes, con un acercamiento a la sexualidad como una práctica con efectos no deseados”, agregó.
En cambio, la ley 26.150 se inscribe en el “enfoque integral” que implica pensar a la sexualidad “desde perspectiva de derechos, crítica y con involucramiento de la comunidad educativa”, que además “fomenta la igualdad de género, el respeto a la diversidad, el diálogo intergeneracional y un acercamiento positivo a la sexualidad como disfrute”.