Un nuevo informe realizado por la Universidad Católica Argentina (UCA) ratificó que 6 de cada 10 niños y adolescentes en el país son pobres. También registró un aumento de la cobertura alimentaria que no necesariamente se tradujo en una reducción de estas cifras alarmantes. Por otro lado, explicaron que hubo un ascenso en las cifras del trabajo infantil que lo llevó a niveles prepandemia.
El informe de mayo que lleva adelante el Observatorio de la Deuda Social Argentina puso en números la delicada situación que atraviesa el segmento etario que va de 0 a 17 años en el país.
Si bien los guarismos de la inflación (8,4% en abril y 108,8% interanual) dieron cuenta el último viernes del denso panorama económico que vendrá en los próximos meses, los datos de la UCA detallaron con una sintonía más fina cómo la falta de acceso a los costosos alimentos impactó de lleno en el segmento niños y adolescentes durante 2022.
De acuerdo al informe “la incidencia de las privaciones de recursos que experimentan niños, niñas y adolescentes (NNyA) continúan siendo muy elevados y mantienen brechas de desigualdad social muy significativas”.
En el ítem “Subsistencia” que mide los indicadores de pobreza y protección social, se recogió que un 61,6% (8,2 millones) es pobre y el 13,1% (1,6 millones) indigente. En el primer caso, se trata de las familias que no pueden cubrir la Canasta Básica Total que incluye alimentos, vestimenta y demás gastos diarios. Para el segundo, sin embargo, significa que el sueldo no alcanza siquiera para comer.
De la misma manera, las ayudas sociales muestran un aumento que llegó en 2022 al 49,8%. Más allá de los colores políticos, la UCA registró que transferencias como la Asignación Universal por Hijo y otras contribuciones sociales vienen aumentando desde el año 2015 (inicio de la administración de Mauricio Macri) en simultáneo con la pobreza, que marcó un leve descenso entre 2021 y 2022 (64,9% a 61,6%).
En comedores. En cuanto a la inseguridad alimentaria, el estudio develó que existe un aumento que desde 2017 solo va en ascenso: el 59,3% de los niños y adolescentes recibe “alimentación gratuita”, es decir que acuden a comedores, copas de leche y escuelas para poder comer. Respecto a la inseguridad alimentaria total, que mide la reducción de la dieta por problemas económicos, se detectó una disminución del 33% al 31,4% entre 2021 y 2022. Sin embargo, 4,2 millones de niños y adolescentes no llegan a completar una alimentación saludable según las estadísticas.