La vicepresidenta Victoria Villarruel le salvó la ley Bases a Javier Milei, luego de un empate en 36 votos a favor y en contra. En una remake pero con sentido contrario al desempate de Julio Cobos por la Resolución 125, desempató votando por la afirmativa, y ensayando un discurso prácticamente inaudible bajo el abucheo de los opositores.
La Rosada había maniobrado para esquivar el empate y definir la votación sin necesidad del protagonismo de Villarruel, pero no lo pudieron evitar. La oposición juntó 33 votos de Unión por la Patria, el de Martín Lousteau y el de los dos santacruceños para forzar el empate.
El dramático desenlace se veía venir y obligó a Milei a postergar su viaje al exterior para evitar que Villarruel tenga que asumir la Presidencia y por ende retirarse del recinto. Es que aunque el presidente provisional del Seando, el libertario Bartolomé Abdala también tenía doble voto, era posible que recibiera impugnaciones judiciales ya que hay debate doctrinario sobre ese doble voto. El gobierno se quiso evitar ese riesgo.
Pero no puso evitar el protagonismo total de Villarruel que desempató en general y en varios artículos claves en particular, como las facultades delegadas. Una centralidad que resulta insoportable para los hermanos Milei.
La sanción de la ley bases, aunque llegue muy deshidratada, es clave para la gobernabilidad de Milei. El mercado, el FMI y la política estaban esperando ver si el Gobierno era capaz de convertir en leyes las reformas que plantea para la Argentina. Ese objetivo se logró y es probable que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salga fortalecido, ya que fue quien se la puso al hombro la difícil tarea de conseguir los votos.
Fue notable como para alcanzar este resultado el Gobierno cambió por completo el abordaje que mostró en Diputados: de insultar y mandar los trolls contra los cambios que le planteaban los aliados, pasó a repartir embajadas, represas, rotondas y autorizaciones para tomar deuda, al mejor estilo de la política tradicional.