En las últimas horas se conoció que la diputada de La Libertad Avanza (LLA) Lourdes Arrieta presentó una denuncia penal contra directivos del Servicio Penitenciario Federal -dependiente de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich- y expuso cómo fue el armado del encuentro, con especial protagonismo del cura Javier Olivera Ravasi, vinculado a la vicepresidenta Victoria Villarruel e hijo de un reconocido genocida. Su padre, Jorge Olivera es un ex Mayor del Ejército Argentino, que fue hallado culpable y condenado a prisión perpetua por diversos crímenes de lesa humanidad. Una historia repleta de abusos, torturas, muertes, fugas y complicidad.
El exmilitar, nacido en agosto de 1950, en la capital de la provincia de Misiones, tuvo un rol importante mientras desempeñaba funciones dentro de las Fuerzas Armadas. Durante la última dictadura militar, estuvo al mando de diversos centros clandestinos de detención en la provincia de San Juan; donde además recibió el mote de “Carnicero de San Juan”. Desde 1975 y 1977 se desempeñó como jefe de inteligencia del Regimiento de Infantería de Montaña (RIM) N° 22 y luego pasó por regimientos de las ciudades de La Plata, Posadas, Corrientes y Córdoba.
Olivera también era hijo de un gendarme y se egresó del Colegio Militar en 1971, llegando a su primer destino años más tarde: un regimiento de Junín de los Andes, Neuquén. En 1977, al llegar a la provincia cuyana, conoció a su mujer Marta Ravasi -psicóloga e informante del Ejército, madre del cura mencionado por la diputada Arrieta- con quien se casó y protagonizó una historia de fugas, delitos y complicidad.
Fue procesado por crímenes contra la humanidad, al ser hallado culpable del secuestro y posterior asesinato de la Marie Anne Erize y también de “Chiquito” Francisco Segundo Alcaraz, presidente de la Juventud Peronista de San Juan y secretario político de la organización Montoneros. Alcaraz, a los 33 años, en octubre de 1976, resistió a su rapto en la vía pública de la capital sanjuanina y murió combatiendo contra sus perpetradores: lo acribillaron de 108 balazos cuando se bajó de un colectivo mientras buscaba esconder a compañeros riojanos. El de Erize y Alcaraz son tan solo dos casos de la gran cantidad de muertes que pasaron por las manos del apodado “Carnicero”.
A fines de la década del ’80, Olivera se vio beneficiado por las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y los indultos dictados por el entonces presidente Carlos Menem; los procesos que recaían sobre él quedaron en la nada misma y vivió su vida en total libertad. Formó parte de la rebelión del carapintada Aldo Rico, se convirtió en abogado y militó en el Movimiento de Dignidad Nacional (MODIN) -también liderado por Rico-, presentándose como diputado en las elecciones de 1999. Si bien no resultó electo, se mantuvo activo: inició causas contra el Estado Argentino, participó en la defensa de otros militares (como Guillermo Suárez Manson y Emilio Massera; también del nazi Eric Priebke) y encabezó reclamos salariales de militares.
Fuente: El Destape