Afrontar un obstáculo de la magnitud de una pandemia debe ser incomparable por todo lo que conlleva respecto de otras problemáticas, por más complejas que sean. Es verdad que la desigualdad social es (y claramente en varios sectores aún sigue siendo más pronunciado) un aspecto que sigue siendo un déficit a corregir; sin embargo sumado a esto, hamacarse a un escenario como el actual obliga a tener la cabeza fría. Ahora bien: cuando todos los cañones apuntan a que haya solvencia sanitaria, de la mano se suma el día a día. Esto es, los distintos imponderables que ofrece la realidad, casi como una caja de sorpresas, porque no se sabe qué puede aparecer cuando arranca la jornada. Y ahí es el momento en que se debe mantener la compostura, diagramar con eficacia cada paso a dar y leer por dónde viene la jugada. En ese aspecto, al gobierno provincial le pasó todo esto: convivir con el covid y controlarlo sin embanderarse en el triunfalismo. Al contrario, mantener la cautela y apostar a la responsabilidad, porque claramente los últimos casos así lo indican. Y paralelo a ello, debió afrontar más de un frente que pudo haberse desbordado si no lo atacaba de raíz. No hace falta ser mago para decir que hablamos de los conflictos salariales, que tienen su correlato económico: más inflación (con el antecedente de los cuatro años de Cambiemos), suba del dólar y mayor emisión de billetes. Con ese combo, llegó un momento en que el asalariado se plantó. Y fue allí cuando la Provincia debió pilotear las distintas tormentas consciente de que además de la importancia de resolver los reclamos, debía preservar la salud por la constante aglomeración de personas. Esto último pudo significar un riesgo, aunque realmente se sabrá recién dentro de dos semanas si las consecuencias serán nocivas. Lo dijo el propio vicegobernador Carlos Arce a Circus: “Acepto el qué, no el cómo”, respecto de la postura del reclamo de los trabajadores. Entonces, allí hubo que desactivar varios focos con todo lo que esto demandaba. Ajustar los números para que cada sector se vea favorecido, insistir en que es momento de prevención y racionalidad y dejar la puerta abierta para las negociaciones futuras. Porque si bien hoy importa la salud, también es cierto que la gente común debe vivir con dignidad. Pero los canales para manifestarlo pueden ser otros, porque la misma realidad así lo indica. Las enseñanzas de este período complejo serán varias. Y se espera que el efecto colateral no se sienta. El mapa federal sigue mirando a Misiones como el espejo sanitario. El presente es virtud de todos los misioneros. Y cuando pudo encenderse la llama, el gobierno entendió que no podía permitirse un incendio. Y actuó. Como lo exigía el momento, que de por sí era delicado. Y supo ser maduro. Parece que la mayor exigencia lo llevó a mostrar sus cualidades: el equilibrio.