Recuerdo mi infancia a comienzos de los 80s. Tomaba el 22 en la Plaza Urquiza, frente a la Inmaculada. Venía lleno. Mediodía. Mi mochila gigante. Y un chofer que me decía: ‘Podés poner la mochila ahí’ (espacio de adelante al lado del chofer que tenían los Mercedes 1114).
O a Johnny, del 24, por las tardes cuando iba a Inglés y paraba en la cuadra de la calle de mi casa (donde no había parada), pero en Invierno ya era oscuro y en la ex213 no había luz.
Ya en los 90s a Claudio, del “15 nocturno”, que sabía donde bajabas y que si de casualidad te quedabas dormido, sabía donde bajabas y pedía que alguien te despierte. Agustín pertenece a esa generación de choferes, que más que choferes, eran amigos, eran familia.
El chofer profesional, Agustín Aranda, charló con CIRCUS 104.9.
Fue en la ‘Temporada 11’ del programa QUIÉN DIJO? (lun a vie 15h) donde nos contó no sólo como vivió su última jornada, sino como comenzó su historia.
Agustín, más conocido como “Varonaso”, se despidió en la línea 203, Santa Lucía. La del 29 de Agosto fue la última vuelta. Pero él conoce Posadas de haberla andado desde hace casi medio siglo. Porque con 66 años, 48 de ellos los pasó recorriéndola. Desde que una tarde de 1974 se subió a la línea 18, la que iba de la usina hasta el hospital.
Si bien, llegó podríamos decir casi como de “casualidad”, ya sabemos que no muchos creen en las mismas. Esto se debe a que en su familia había tradición de choferes, que continúa en la siguiente. “Ya mi papá era chofer de colectivo, luego tuve a mis hermanos que también se jubilaron. Y ahora tengo a mis sobrinos y a mis hijos que también están manejando.”
Es que en aquellos días manejar un “bondi”, no es lo que era hoy. Las cajas de cambio eran duras, las palancas largas, los volantes pesados y grandes. ¿Suspensión hidráulica? ¿Qué era eso? Ni hablar de cómo eran las calles, donde sólo el centro y algunos barrios cerca de ellos estaban asfaltados, el resto, todo de tierra. Y ya se deben imaginar lo que sucedía cuando llovía.
“Yo empecé manejando un Mercedes 312, que no tenían aún freno a aire, eran hidráulicos. La puerta se abría con manija y era una sola, adelante. Y todas las calles eran de tierra, a veces caías en el barro y te sacaban recién al otro día. Hoy en día, dirección hidráulica, caja automática, suspensión, hoy si se quejan, ya se quejan de lleno.” Nos dice.
Es que tampoco había tantas líneas. Quienes hayan vivido para ver las líneas 21, 22, 24, por ejemplo. O la variedad de empresas, como la Gral Belgrano, Gral Urquiza, Gral San Martín, El Gran Capitán, Blanco Hnos, Bencivenga y no sólo Don Casimiro, se deben acordar.
Por ejemplo, el 1 iba al hospital, el 2 al cementerio, 3 hasta el regimiento, el 4 a Loma Poí, Villa Lanús, al Hipódromo y a Altos Gonzalez, el 5 hasta el Zaimán y el 25 que iba hasta el arco. “Y vos me decís ¿en aquel tiempo iban al arco que no había gente? Pero en aquel tiempo llegaba lleno al arco, porque la gente viajaba a dedo. O a la Garita, donde ponías un cartelito y la gente le alzaba, eso que hoy en día ya cambió”. Recuerda.
Pasen y lean (o escuchen) una nota que es casi como un boleto capicúa
“Yo empecé a los 13 años primero a trabajar en el taller de Bencivenga y de Saldaña. Y a los 18 años me compré un Ford 8 para hacer fletes. Pero como mi patrón, don Saldaña me apreciaba tanto, no quiso que yo salga de ese trabajo, me pidió que siga en el taller y yo no quería, entonces me dijo si no quería manejar colectivo. Y me trajo el carnet y la planilla, fue en el coche 49, para la línea 18. Jamás pensé que la tarde de ese mismo día, ya estaba manejando un colectivo”. Es lo primero que nos cuenta sobre sus inicios “Varonaso”.
Preparándose espiritual y emocionalmente. “Yo ya me venía preparando porque ya tuve la experiencia de mis hermanos y otros colegas que se jubilaron y le agarró ‘como de sorpresa’. M fui preparando en el tiempo, tanto espiritualmente como emocionalmente, porque no es fácil. Pero lo tomé muy bien, porque como la palabra de Dios dice el sabio Salomón: ‘Todo tiene su tiempo’. Así que uno se tiene que preparar y estar bien, porque para algo es esto, es para estar ahora familiarmente con los hijos, los nietos”.
De chofer a casi una celebridad mediática popular. (Risas) “La verdad que me re sorprendió trascender tanto. Y el aprecio y el cariño que me demostraron.
Fue más cosa de mi familia, porque a mí no es que me gusta hablar mucho en público. Y fueron ellos lo que prepararon todo, me dijeron: ‘Vos te merecés otra cosa’. Prepararon los carteles, mi nieta me preparó un cartel y me dijo que ponga, en el último viaje subió toda mi familia con los globos y yo ya iba a querer llorar.”
Más que anécdotas, experiencias de vida. “Cuando manejé la línea 30, yo cuando entraba al circuito le metía bocina, entonces ya sabía que venía yo, entonces sabía que tenían que estar preparados y salir. Gente buenísima, me traían de todo, me acuerdo de la Familia López que eran no videntes, que hasta cuando hacía frío me preparaban braceros para que pusiera abajo, porque me congelaba. O de los chicos, que cuando subían se ponían a mi lado y yo les decía: ‘Acá si no me dicen las tablas, no suben’. (risas). Incluso algunos de esos después se hicieron colegas conmigo. Fue una experiencia inolvidable y extraordinaria.”
(Por: Ale Ojeda para Circus y GenteConOnda.com)


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