Alemania abandonó definitivamente la energía nuclear al desconectar sus últimas tres centrales activas, en una decisión tomada por una combinación de factores históricos y medioambientales que no fue revertida pese a la crisis que generó en Europa el veto a las importaciones de gas ruso por la guerra en Ucrania.
A 62 años de la entrada en funcionamiento de la primera planta nuclear comercial, la principal economía del continente desconecta este sábado la red eléctrica los rectores en Isar 2, Neckarswestheim y Emsland, en una medida que generó reacciones encontradas.
En la icónica Puerta de Brandeburgo en Berlín coincidieron este sábado activistas de Greenpeace, que instalaron la figura de un sol con una espada en mano sobre una réplica de un dinosaurio derrotado, y de la asociación Nuklearia, a favor de la energía nuclear a la que defienden como “barata, limpia y al servicio de los ciudadanos”.
Otro factor está vinculado al fuerte sentimiento antinuclear que surgió del temor a un conflicto de este tipo durante la Guerra Fría, en un país que por esa época estuvo partido en dos: “A muchos ciudadanos les preocupaba que una guerra nueva y realmente catastrófica pudiera desarrollarse en Europa y que Alemania fuera la zona cero”.