Durante el Mundial de Rusia 2018 en el que Croacia llegó a la final, instancia en la que cayó derrotado ante Francia por 4 a 2, se conoció la historia de vida de Luka Modric, figura de aquel seleccionado y ganador del Balón de oro ese año. El futbolista del Real Madrid había sido víctima de la lucha por la independencia de Croacia durante su infancia y pese no comprender qué era lo que sucedía, debido a su edad, no quedó al margen del sufrimiento.
El ahora futbolista de 35 años nació en la aldea de Modricic, el 9 de septiembre de 1985 territorio que por entonces era de Yugoslavia. Cuando tenía seis años, la guerra de guerrillas había explotado. En diciembre de 1991, en la aldea de Jesenice, siete ancianos fueron acribillados por un grupo de rebeldes serbios por los chetniks (una organización guerrillera nacionalista, conservadora y monárquica serbia) uno de ellos era su abuelo.
“Lo que le sucedió es parte de mi propia memoria, parte de la historia familiar. Tengo ese recuerdo de él, pero también recuerdos de pasar tanto tiempo con él. Dormía en su casa, jugaba con él, salía a cazar con él, todo. Pasé mucho tiempo con mi abuelo cuando mis padres trabajaban y tengo muchos recuerdos increíbles de mi tiempo con él”, recordó en una entrevista al sitio británico The Guardian publicada este miércoles.
“A esa edad, simplemente no te das cuenta de por qué suceden estas cosas, ¿sabes? No eres consciente de todo lo que ocurre a tu alrededor porque tu padre también está tratando de protegerte, de no pensar en estas cosas. Ves que algo está pasando cuando ves que tus padres están preocupados, pero cuando eres niño no lo entiendes. Lo piensas un momento pero quieres jugar, estar con tus amigos”, relató al periodista Sid Lowe.En 2018, Modric fue elegido como el mejor jugador del mundo (Reuters)
La situación por aquellos tiempos era dramática para las familias que vivían en la zona de guerra, debido a los constantes ataques. “El miedo a los bombardeos es algo que estoy dejando atrás lentamente. Los chetniks mataron a mi abuelo. Yo lo amaba tanto. Todo el mundo lloraba… Solía preguntar si esas personas que hicieron esto y que nos hicieron huir de nuestra casa pueden incluso llamarse personas”, contó Modric.
El mediocampista del Real Madrid recordó que en 2018 se filtró una carta que había escrito en su niñez como parte de una tarea escolar. La maestra había pedido a sus alumnos que algo que los haya marcado y él optó por contar la muerte de su abuelo. “Fue hace mucho tiempo, y salió después del Mundial, cuando se contaban muchas historias. Casi lo olvido. No podía creer que saliera esa historia. La maestra la había guardado; si no lo hubiera hecho, nadie la habría escuchado, así que le estoy agradecido”.
Modric, quien con 35 años es actualmente uno de los mejores futbolistas del planeta y hace poco ha lanzado su autobiografía, sostiene que las crudas vivencias de su infancia ayudaron a forjar su personalidad: “Las cosas que sucedieron me hicieron más fuerte. Puedo decir que soy duro. Cuando pasas por lo que yo he pasado, es mucho más fácil aceptar algunas cosas que suceden en tu vida más adelante, futbolísticamente o derrotas o críticas o esto o aquello“.Modric fue figura del Mundial de Rusia 2018, torneo en el que llegó hasta la final con Croacia (Reuters)
Además de su faceta como futbolista, el croata es también padre de tres hijos y para cuidarlos ha optado por ocultarles una parte de su historia, al menos hasta que tengan edad suficiente como para comprender lo que tuvo que vivir. Según contó, llevó a Ivano, 10 años, Ema, siete, y Sofia, dos, a la aldea en donde nació para mostrarle dónde comenzó a escribirse su historia, pero eligió omitir algunos detalles: “Han estado (en el pueblo) y han visto dónde solía vivir, pero no les hablé de lo que pasó y todas esas cosas. En el futuro, habrá cosas que pueda decirles, pero todavía no”.
De ese hogar se marchó poco después del asesinato de su abuelo. Su padre fue alistado al ejército croata y su madre escapó con sus hijos. Desplazados de sus raíces por el conflicto bélico, recorrieron distintos hoteles de refugiados, allí él jugaba en los estacionamientos, con otros niños e la misma situación, rodeado de escombros y en penumbras.
Tras el final del conflicto bélico, su padre comenzó a trabajar como técnico aeronáutico en el aeropuerto, y su madre se perfeccionó como costurera. Mientras tanto él perfeccionó sus condiciones, llamó la atención de algunos clubes y el Dínamo Zagreb lo reclutó en 2001. Al año siguiente firmó su primer contrato profesional y el resto es historia conocida.