El libre albedrío es la doctrina en la que el ser humano tiene la potestad de obrar según considere y elija. Y aunque existe un debate en distintos campos sobre su existencia, está presente y recobra el debate de forma constante. Están aquellos autores estudiosos que afirman que se puede elegir entre el bien y el mal y aquellos que lo consideran una falacia. Ahora bien, la coyuntura a nivel mundial indica que prima más lo primero que esto último.
Y si nos posicionamos a nivel país, y tomamos como parámetro la curva de contagios por covid, esa idea se refuerza. Para ser más puntuales, en este momento hay restricciones a reuniones masivas. Sin embargo, en Misiones –que es lo que nos toca de cerca- hubo reiteradas fiestas, en el contexto de fin de año, con excesivo número de personas y sin ningún tipo de reparo sanitario.
El reciente decreto presidencial que sugiere restricciones nocturnas fue más amague que confirmaciones. Porque al fin y al cabo las decisiones más fuertes la afrontan las provincias y éstas, a su vez, coordinan con los municipios. Entonces, y ya con las ordenanzas y decretos a la orden del día, por dónde pasa este escenario complejo, en el que en Misiones a diario prácticamente se supera el récord de casos?
Claramente las restricciones están vigentes, los controles siguen presentes y hay un trabajo mancomunado para combatir al virus. Pero el mensaje que baja desde el Gobierno es claro: ‘nosotros hacemos nuestra parte’ y ‘ustedes, la sociedad, la suya’. Entonces, con mínimos ajustes en cuanto al movimiento nocturno, todo queda otra vez en manos del ciudadano. Es más, de nosotros mismos. Porque ese intento de toque de queda que pudo haberse contemplado no fue tal, por ende tales restricciones no serán severas. Y ahí juega el papel de la sociedad que se mueve, se reúne, comparte. Para seguir así, por esta línea, todos deben abrazar el concepto de consciencia. Hay mucho trabajo detrás de los profesionales y dejar que la irresponsabilidad haga de las suyas es nocivo. Por lo tanto, desde el Estado hay un guiño a ese ‘libre albedrío’. Pero claro, no como la sociedad cree que debe ser. Se suelta la soga, aunque la responsabilidad pasa a ser determinante, más en una situación compleja. Nadie quiere lamentarse más adelante por posibles consecuencias. Eso lo tienen claro desde todas las esferas. Sólo hay que interpretar qué nos quieren decir. Parece más sencillo de lo que parece.