Confesó que es fan de los chistes, porque la hacen “reír” y lanzó una revelación. “Tengo una página de chistes misioneros, siempre negué que fuera mía”, en alusión a la cuenta que camina en las redes y en la que predominan apellidos y localidades. Oriunda de Bragado, provincia de Buenos Aires, al que definió como “un pueblito de 40 mil habitantes”, precisó que hoy es una misionera más, que no perdió el ADN de su tarea social, que la posicionaron como una cara visible, y que logró adaptarse al rol de legisladora.
Soledad Balan se muestra a gusto en Rock and Food, en lo que fue el capítulo 15 de la temporada por Circus 104.9, a tal punto que comparte sus habilidades no conocidas. Pero pone el acento en su tarea, como diputada provincial, que empieza a transitar la última parte del 2020. “Tuvimos una dinámica distinta, pero la verdad es que pudimos adaptarnos, pensando en distintas actividades”, subrayó sobre la experiencia de estar en la Cámara.
“Al principio uno se preguntaba por qué no salían algunos proyectos”, prosiguió, “que son obvios, uno venía con la bandera de la desigualdad y ahora uno representa a todos y todas, no es sencillo que un proyecto se convierta en ley y la verdad es que es un poco más complicado”.
En ese sentido, la integrante de Podemos explicó que “cuando estás en el cargo te das cuenta que respondés a cada ciudadano, no solamente a un sector” y que “sigue aprendiendo permanentemente”, en este caso en la tarea legislativa, que “me apasionó”.
Consultada sobre su desempeño social, que la llevó a cobrar relevancia como dirigente, sostuvo que “no debemos alejarnos del territorio, ahí encontrás las deficiencias, y no me refiero sólo a los barrios populares, sino a todos. Si te quedás detrás del escritorio es un mal comienzo”.
Por eso, valoró el equipo de trabajo que encabeza, y después de tantos años de tareas de campo (presidió la Fundación Techo en la provincia) se animó a definir que “el acceso a la tierra es un tema súper complejo, de hecho en Latinoamérica nadie lo pudo resolver”.
Añadió que “urbanizar el suelo cuesta carísimo”, porque no es sólo agua, luz y cloacas, “conlleva una planificación”. Y planteó: “¿qué pasa?, que los barrios populares son antes de la planificación, se conformaron antes que llegue el Estado”.
Lamentó que no exista un proyecto que resuelva ese déficit, para los más de 260 asentamientos en la provincia, donde –detalló- viven 40 mil familias, pero sugirió que “no es sencillo”. En la misma línea, puso el foco en que “nos cuesta desarmar el relato de la meritocracia para poder dar soluciones de tierras” y destacó que “si fuera por el esfuerzo propio los vecinos vivirían mucho mejor. Nos cuesta como sociedad desarmar ese relato para llegar a una mejor distribución del suelo”.
Ejemplificó que “siete de cada diez jefes de familias de barrios populares trabajan en la informalidad”, aportó como dato que “el 90 por ciento de los barrios populares se organizaron para pagar los servicios básicos y no tuvieron respuestas” y lanzó: “Hay más irregularidades en los barrios cerrados que en los barrios populares”.
Se mostró ciento por ciento auténtica. Avisó que no puede perder la esencia y que se “obliga” a ir a los barrios, que “rompió” prejuicios sobre las cárceles de Misiones, y que le hubiera gustado entrevistar a Carlos Menem. Y completó: “Muchas de las políticas que optó (Mauricio) Macri empeoró la situación. El discurso de la meritocracia se acentuó mucho en su gobierno”.