A lo largo de nuestra vida nos cruzamos con muchas personas que son capaces de sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos. Cada relación que atraemos está basada en nuestras memorias akashicas que se activan y replican ciclos o situaciones por las que ya hemos pasado antes y han quedado irresultas o les falta una vuelta de tuerca.
Es por ello que cada relación dolorosa que tengamos ahora mismo es una oportunidad de reencontrarnos con un aspecto de nosotros mismos y de nuestra memoria, que necesitamos atender para prosperar y manifestar situaciones más armoniosas.
Vemos el mundo a través de nuestro sistema de creencias lo que convierte a la realidad en una construcción subjetiva. Cuando tomamos conciencia de esta subjetividad podemos elegir que construir. Tenemos la opción de ver al otro como una oportunidad de sanarnos, de liberarnos o de amarnos mejor a nosotros mismos. No la desaprovechemos.
Demos las gracias internamente con el corazón a aquellos que han pasado por nuestra vida a sacudirnos para bien o para mal porque algo hemos aprendido. Y soltemos desde el amor para avanzar. El perdón nos lo debemos a nosotros mismos.
Soltemos además las Expectativas para poder ver a los otros como son verdaderamente para no caer en sufrimientos innecesarios y no empujar al otro al compromiso de liberarnos. Somos los únicos responsables de la vida que manifestamos. Si algo no nos gusta aún podemos cambiarlo aceptando el compromiso y mejorando la relación que tenemos con nosotros mismos. Para eso acordamos las almas, para hacernos de espejo.
El alma gemela llega a recordarnos que tenemos la capacidad de amar incondicionalmente más allá del tiempo, de las Expectativas y del dolor. Y cuando recordamos está verdad permanecemos despiertos y dispuestos a manifestar este Amor en todas nuestras relaciones. Es nuestro derecho, nuestra responsabilidad, nuestra posibilidad; podemos ser felices.