Mucho se discute por lo bajo y además se siembran interrogantes de cómo se va a llevar a la práctica el método teórico de la vuelta a clases prevista para principios de marzo. La inquietud del sector docente por un lado, sumado a la previsión que los padres y alumnos deben tener conjugan en una masa que hoy por hoy llega a las autoridades educativas con un peso mayúsculo.
Se sabe que esta última área ajusta el trazo del lápiz para llegar, hasta el momento, en condiciones según lo marca el calendario. Esto es, con la presentación de los docentes la última semana de febrero y posteriormente el inicio del ciclo lectivo. El gobierno destinó una partida de fondos importante para la infraestructura edilicia; de su lado, los responsables de Educación ya iniciaron contacto con gremios para discutir la cuestión salarial, acentuado con el planteo de cómo van a desdoblar tareas con aquellos alumnos que asisten y los que simultáneamente se quedan en sus hogares a la espera de la tarea del día.
Así, contrarreloj, se ingresa en días trascendentes que tienen que ver con la educación de la población escolar misionera, mientras además aparecen otras aristas complementarias que también deben tenerse en cuenta, por caso el aumento del flujo de personas que se movilizará en transporte público o en unidades escolares. La preocupación está presente, por razones obvias: el contexto sanitario. Lo contemplan los padres que casi a la par de los docentes, preguntan, indagan y también empiezan a buscar las mejores opciones para los artículos escolares.
Pero hay otros elementos que suman y tampoco hay que dejar de lado. La actividad económica está girando, dentro de la nueva normalidad, ligado al movimiento turístico lógico por las fechas. Entonces, sólo quedan un par de puntos por agregar para terminar de darle forma a la nueva normalidad: uno está ligado a las clases; el otro (que esperará todavía) a la apertura fronteriza.
Con horas decisivas las clases hoy están a mitad de obra. Al menos en lo visible. Los constantes interrogantes acerca de cómo funcionará el esquema y su eficacia están tocando la puerta despacito. Y allí las autoridades educativas sienten el llamado. Lo perciben. Y son conscientes de que están ante un examen clave, casi como un filtro, antes del inicio de clases.