“No me meto con la intimidad de las personas y sus gustos íntimos; sé que hay quienes les gusta el sexo duro, el sadomasoquismo, son elecciones personales, no me meto en eso. Yo me meto con la cuestión de poder diferenciar cuando va por un camino y las diferencias en otra manera de desear”. Dejamos estas palabras de Andrea que usó como aclaración final, para el comienzo justamente, para que a partir de allí sin temor a dudas construyamos este camino.
La Psicóloga, Sexóloga y Escritora, Andrea Orlandini, charló con CIRCUS 104.9.
Fue en el ‘Año 011’ en el segmento «Vivir en Colores» del programa QUIÉN DIJO? (lun a vie 15h) donde hablamos la “sexualidad tóxica”
Es verdad que la usar la expresión ‘toxi’ ya se corrompió, vició y se dilapidó de manera inútil, haciendo que cada persona la utilice según su conveniencia, dependiendo de la circunstancia. Incluso a una misma acción, dependiendo quien la ejerciera y como era “toxi” o no lo era.
Hasta pedir responsabilidad a alguien fue considerado “toxi”. Y eso ella lo sabe bien y lo deja claro: “La palabra perdió ya relevancia.”
Donde otro fenómeno como lo es el “ghosteo”, está muy emparentado: “Desaparecer, como si después fuéramos descartables, desechables”, comenta, reforzando el concepto.
Por eso, acá lo que vamos a hacer es, tomar esa referencia de manera consciente y cuidadosa. E iniciamos con esta definición sencilla: “La sexualidad tóxica es una sexualidad disfuncional con mucha semejanza a la pornografía tradicional, donde todo es muy exagerado e hipersexualizado”, afirma ella.
Es que a su vez, también hay un creciente resentimiento, frustración, enojo, que se traduce en diferentes maneras de expresar violencia. Una violencia notoria, que incluso hasta está legitimada desde las más altas esferas del poder, en discursos con un fuerte contenido del mismo, habilitando así, a la ciudadanía en general a naturalizar la misma: “Tenemos que intervenir y no normalizar la violencia”, dice Andrea plantándose firmemente, no dando lugar a segundas convenientes lecturas.
A contrapartida, el cariño y afectuosidad ejercida a veces fue catalogada con desmedro como: “Sexo vainilla es cuando es más romántico y tierno”, asegura.
También hay que destacar que hay otro tipo de cine, que si bien es de contenido 100% erótico, la forma de encararlo es donde radica su importante diferencia. Allí podemos hallar obras de artistas de la dirección como Anna Span, Petra Joy, Tristan Taormino, Candice Royalle, Madison Young y creo que una de las más conocidas y destacadas, que es, (NdR: subjetiva y personalmente una de mis favoritas), Erika Lust. “Por el contrario, tenemos el cine erótico de autor, que es mucho más delicado.
Por eso Erika hace la diferencia por el tipo de cinematografía que ella propone”, argumenta.
Para luego agregar: “Tiene amorosidad. La cinematografía que ella propone es otra cosa. Los cuerpos, son cuerpos reales.”
Pasen y lean (o vean) una nota para reflexionar
“La sexualidad tóxica está más relacionada al consumo de la pornografía más clásica. Donde está el uso de la violencia como parte del juego erótico, no hay cortejo, las instancias de la seducción no están presentes. Todo falto de delicadeza, de profundidad, de intercambio romántico. Ni hablar de lo que hemos charlado muchas veces acá, sobre el juego preliminar.
Ni hablemos del post, el qué pasa después de que dos personas tienen un encuentro tan íntimo”. Es lo primero que nos cuenta Andrea.
El cuidado y la reciprocidad. “Al intentar reproducirlo trae aparejado muchas disfunciones sexuales. Y no una conexión real con la persona que tengas en frente. Entonces hay que revisar estas cuestiones de no repetir estos estereotipos héteronormativos, violentos y relacionados con el no respeto por el cuerpo y la capacidad de disfrute femenino. La sexualidad tóxica está exenta de los cuidados mínimos de humanidad que tiene que tener un encuentro íntimo. El cuidado del consentimiento real. Y el cuidado de un buen cierre.”
“Es un fenómeno global…”. “… Tiene que ver con las relaciones interpersonales en general; no sólo en lo erótico y sexual, sino en la forma que tenemos actualmente las personas de comunicarnos. Esto de la inmediatez, del poco respeto que hay. Yo diría también como tu lo dices: Más macro, más global. Por eso nos falta volver a ciertos puntos y visibilizar instancias relacionadas con la diversidad, la equidad, la igualdad, el consentimiento, el cuidado del intercambio de los cuerpos.”
Cuidar nuestra salud mental es ciudad nuestra sexualidad. “En todos los vínculos esto va trascendiendo. En todos los vínculos tiene que haber la posibilidad de dialogar antes, durante y después es hermoso y es mucho mejor. No sólo en lo sexual. Y así vamos a reducir, de paso, las grandes disfuncionalidades relacionadas con el desgano. Ya que hay mucho desgano, stress, angustia, cansancio, incertidumbre. Todas las variables de la salud mental, ya que un cuerpo con la salud mental afectada, es un cuerpo que no desea, que no puede disfrutar.”
Andrea Orlandini en Internet:
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Por: ALE OJEDA para CIRCUS y GENTECONONDA.COM
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