“Una vez me preguntaron ¿de dónde salen las canciones? Yo respondí: ‘De cualquier lugar’”, con esas palabras, contextualizaba un poco sobre sus procesos artísticos Iván.
“A donde sea que estés viajando”
Antes de arrancar debo confesar un par de cosas.
Primero: Si bien, me gusta como solista, como buen ‘Generación X’ que soy, me gusta más con Los Caballeros de la Quema. Si, lo sé, son dos estilos completamente diferentes, lo entiendo.
Segundo: La última vez que lo había visto fue en 2019 para el 5to aniversario de CIRCUS, donde tocó con el río Paraná de fondo.
Mientras lo veía ahí, sobre ese taburete, hice memoria cuándo había sido la primera vez que lo conocí en este formato, más acústico e íntimo, hice cuentas… y si, fue en 2009, en ese mismo escenario. Pero es como si no hubieran pasado, ni 5, mucho menos 15 años de esas experiencias. Aunque él haya dicho lo contrario: “¿Cuánto tiempo pasó desde la última vez nos vimos? ¿3 años? ¿Más? Si, estoy más viejo, pero Uds están iguales”, dijo también en ese ejercicio lúdico donde para quienes tienen más de 30, las líneas del tiempo comienzan a desdibujarse y ya no lo percibimos como en los 20s o previo a ello.
“No retiro lo dicho”
¿Recuerdan que comenté sobre lo de Los Caballeros de la Quema? Bien. Iván, en este formato, es un artista completamente diferente. Es un formato hecho a su medida, o incluso mejor, un formato que él moldeó y construyó. Demostrando así, su versatilidad, porque si hay algo que sabemos que tiene es: carisma.
No es ese que cantaba “¿Qué pasa en el barrio?” (“Perros, perros, perros” – 1994) cuando lo conocí, justamente a mediado de los 90s. Éste, es un crooner, sutil, introspectivo, personal, intrínseco.
Sus letras tampoco son como “Buenos Aires esquina Vietnam” (“Manos vacías” – 1993), las cuales reflejaba la angustia de la clase laburante, reflexiones barriales y el conflicto social en aquella época de neoliberalismo menemista. Aunque, tranquilamente podrían ser un espejo de ésta realidad 2024. Pareciese como que detrás del neoliberalismo en Argentina, siempre hay algún Menem (o dos).
Ahora hablan sobre la angustia del ser, los conflictos de la edad, reflexiona sobre los vínculos sexoafectivos, desencuentros y demás fallidos del amor. Y de eso él fue muy consciente al decir: “Perdón que hable de desamores y fracasos amorosos una noche en la que noto que me vinieron a ver muchas parejas felices”. Lo que claramente desató la risa generalizada. Pero, para que no sea una noche de replanteos en las relaciones, al instante, con buena cintura de artista, agregó: “Pero esa es mi experiencia, a Uds les va a ir muy bien y sus amores van a ser largos y duraderos”. Lo cual, también volvió a suscitar la risa generalizada.
“Hasta estallar”
Si. Al Iván solista, le sienta muy bien el minimalismo, llevar a las canciones, a su estado más básico y puro, de piano, guitarra y voz, sin perder ese toque urbano, cotidiano, la poesía cargada de simbolismo en estilo oxímoron, que lo caracterizó desde su época con Los Caballeros de la Quema.
Botella de vino de por medio, en esa copa que de tanto él mismo se encargaba de llenar… y por supuesto de vaciarla. En un acto, que definitivamente coronó ese momento, como lo que era, un momento íntimo.
Iván Noble regresó nuevamente a Posadas para mostrarnos que es un crooner, pero aún con alma rocker intacta.
(Agradecimientos especiales a: Ale Gutiérrez de Ocio Noble)