Mediados de noviembre. La Cámara de Diputados se aprestaba a aprobar el presupuesto 2021 que había girado el Ejecutivo Nacional. Y en ese ámbito, una legisladora misionera que se embandera en el trabajo como parte del ABC político (de hecho es oriunda de la localidad que se atribuye esa distinción), realzaba las bondades que traería la inclusión de la zona aduanera especial, que iba a beneficiar a la tierra colorada.
“Tenemos la posibilidad de incluir un área aduanera especial que beneficiará a las pymes, sectores comerciales, aumentará las ofertas laborales, dará competitividad, ayudará a los misioneros en pocas palabras”, resumía la diputada Cristina Brítez hace casi un mes.
Y esa previa servía para envalentonarse, para sacar a la luz que detrás tenía guardados los dardos para arrojarlos sin titubeos. “Esto viene a demostrar que nadie se salva solo, que ninguna provincia se salva sola, que no hay un proyecto político provincial que se realice solo sin un proyecto político nacional”, arremetió en ese momento. Allí, mostró los colmillos, como si la sed de revanchismo brotara por los poros en la cámara baja. “Digo esto porque nos pasaba que el año pasado teníamos a un ex gobernador (sic) que decía que daba lo mismo tener a cualquier presidente”, acusó con sorna. Y remató: “Hoy venimos a demostrar que no es lo mismo cualquier presidente o proyecto”.
Ancha de espaldas, como si fuera local, le pegó al ex presidente Mauricio Macri y aprovechó el momento que varios desean: elogiar sin tener la certeza que a las palabras a veces las lleva el viento. Flores para el presidente Alberto Fernández y la vice Cristina, la aclaración de que estos tres artículos que contemplaban el presupuesto “nos van a ayudar a pararnos, nos devuelven la esperanza, será un antes y un después y se lo debemos a un gobierno popular”.
Brítez se sintió más papista que el papa. La verborragia la superó. Y ante tanto preparativo, no se dio cuenta que a veces la pelota vuelve. Y puede terminar en un gol en contra.