Misiones comenzó a dar batalla contra la pandemia el 27 de marzo, cuando se diagnosticó el primer positivo, un caso importado. Un mes después, más precisamente, el 28 de abril, se declaró la circulación comunitaria del virus. Cualquiera puede ser portador, nadie está exento.
Si bien poco se conoce sobre la enfermedad que cambió radicalmente la cotidianeidad, los tratamientos aplicados se basan en experiencias anteriores, ya sea de otros países o de otras ciudades que estén atravesando un pico.
De los 25 infectados registrados en Misiones, 24 recibieron el alta médica hospitalaria (tres estaban externados en sus domicilios bajo control sanitario) y uno falleció. Las cifras inyectan aliento: desde el jueves 14 de mayo la provincia ya no tiene pacientes en internación en sus hospitales y la mayoría de los contagiados se recuperó.
El interrogante que se impone en este escenario es si los pacientes calificados como “recuperados” quedarán con secuelas. ¿En ese proceso de recuperación de quien contrajo Covid-19 está contemplada una recaída?¿Podrán hacer una vida normal?¿Actividad física?
El Territorio entrevistó a la médica Marta Ruiz, directora del Hospital de Fátima de Posadas, donde estuvieron aislados y bajo tratamiento médico doce pacientes Covid. Es decir, el 48% del total de casos fue atendido en este nosocomio; en tanto también fue usada la infraestructura de los hospitales de Pediatría, Materno Neonatal, Madariaga, Samic de Oberá y Samic de Iguazú.
El sistema de salud misionero afronta ahora la etapa post alta médica. “Hay dos tipos de pacientes a considerar, por un lado, los pacientes graves y con factores de riesgo (diabéticos, hipertensos, obesos o con enfermedades pulmonares, entre otros factores), que sí podrían presentar secuelas; y por otro lado, los pacientes leves y asintomáticos y sin factores de riesgo en los que las recomendaciones son de tipo preventivas”, sostuvo Ruiz, al tiempo que reconoció que “un paciente recuperado puede tener recaída, por eso es monitoreado”.
“Son recomendaciones generales, en realidad, lo que les decimos a todos: el distanciamiento y el lavado frecuente de manos y usar barbijo. Específicamente a los pacientes recuperados les decimos que no compartan cubiertos y que no salgan durante quince días al menos. Está demostrado que la infección puede reaparecer en el período de convalescencia, por eso nosotros monitoreamos estrictamente los síntomas”.
“Podría tener una recaída en el período de los próximos quince días desde que se le da el alta definitiva hospitalaria, eso está contemplado, pero sigue bajo monitoreo porque es parte del protocolo. Lo cierto es que no tuvimos casos de recaídas” contó, y explicó que el control de los externados es por parte del equipo del Ministerio de Salud Pública, que registra el estado de cada paciente.
Consultada sobre la vulnerabilidad de los que padecieron el cuadro, respondió que “las secuelas tienen que ver con el grado de afección del paciente; aquellos que tuvieron afección pulmonar podrían quedar con complicaciones como fibrosis pulmonar. Convaleciente, con los cuidados necesarios. En los pacientes leves, por el contrario, no hubo ningún cambio inmunológico o un signo de alarma en cuanto a lo inflamatorio. En los pacientes que dimos de alta, todos fueron leves, ninguno necesitó respirador, todos estuvieron en sala general, ninguno requirió terapia intensiva”.
Se mostró insistente en marcar la diferencia entre leve y grave. “El paciente leve es como si hubiese tenido una gripe común, pero un paciente con diabetes, obesidad, con enfermedad respiratoria previa como el asma seguramente va a requerir otro tipo de cuidados e incluso pueden quedar secuelas”, aseveró la directora del hospital.
El alta médica es para quien arrojó dos PCR negativos, en un intervalo de 24 o 48 horas. El estudio consiste en un hisopado que mide la carga viral. El paciente externado, en cambio, es un paciente asintomático que sigue cursando la enfermedad, pero que sale del hospital con monitoreo estricto y pasados los catorce días se los somete a la prueba de PCR.
“Esta es una enfermedad nueva y el mundo evoluciona de acuerdo a la experiencia de otros lugares. Por eso tenemos un rango de quince días para seguir monitoreando al paciente recuperado”, insistió Ruiz en este concepto.
“Cuando se decretó la emergencia sanitaria y epidemiológica, en marzo, empezamos a trabajar sobre los protocolos. En la red sanitaria quedó establecido que el Hospital de Fátima sería para pacientes leves, al igual que el Favaloro (de Villa Cabello) y sería el Madariaga sólo para pacientes graves o bien cuando el de Fátima esté desbordado en sus instalaciones. Pero eso no sucedió”, detalló.
Se duplicó la unidad de terapia intensiva (UTI), de cuatro camas a ocho, y también hubo modificaciones en la infraestructura edilicia para enfrentar la pandemia.
“No hay que bajar los brazos, se puede presentar un pico para fines de mayo”, concluyó.